Por ejemplo, estamos en el sofá y el perro, aburrido, se tumba a nuestros pies. Nadie le dice nada porque estamos viendo la TV. Sin embargo, si el perro en ese momento se pone a mordisquear un zapato, alguien se girará para decirle que “eso no se hace”. Y seguiremos viendo la película, ignorando al perro cuando ha hecho caso. El perro aprende rápidamente a robar zapatos para conseguir la atención de la familia.
No debemos olvidar que el perro es un animal social, a él no le gusta estar todo el día discutiendo. Él sólo quiere nuestra atención y sentirse uno más del grupo.
Teniendo esto en cuenta, la educación en positivo se basa en enseñarle amablemente las conductas que nos gustan de él, y lo bueno que puede ser comportarse de esa manera.
Por ejemplo, en el caso anterior, cuando el perro se tumba a nuestros pies dejamos caer la mano encima de su lomo y le hablamos suave y calmadamente, si empieza a mordisquear el zapato, retiramos la mano y dejamos de hablarle hasta que pare, en ese momento volvemos a hablarle y acariciarle. De ésta manera el perro entiende que si se tumba tranquilamente con nosotros tiene nuestra atención y que si mordisquea algo será ignorado.
Con la Educación en Positivo disfrutaremos de un perro tranquilo y capaz de cooperar con nosotros.
David Alejandre > Babylon Dog